Los árboles con su fortaleza, amor y todo su espléndido ramaje
nos proporcionan sombras los días de calor, nos amparan del viento y de la lluvia torrencial.
A sus pies descansamos, después de trabajar.
Los niños saltan, juegan, se duermen. Y los días soleados, ¡cómo se colma de gente!
Por sus senderos caminan jóvenes y adultos, quizás por deporte
o para cambiar de rutina. La pasión en Semana Santa muestra la fe de los locales que, con fervorosa alegría, rezan y cantan. Junto al gaucho, en su monumento, todos los años da comienzo, en un emotivo encuentro, tras trabajo y esfuerzo, una fiesta de tradiciones que, para el orgullo local, ya es de interés nacional.
viernes, 21 de septiembre de 2007
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